domingo, 31 de agosto de 2008

Regreso

El viernes, finalmente, fue el día del retorno a la normalidad. Es increíble pensar la suerte que tengo de poder trabajar en algo que, salvando los inconvenientes personales o las personas inconvenientes, me hace sentir tantas cosas positivas. Es verdad que, en muchas ocasiones, puede sacar mi lado más oscuro en todos los sentidos pero, lo habitual no es eso, sino lo contrario. Me siento realmente bien cuando me enfrento a los retos diarios de mi trabajo pues disfruto resolviéndolos.

La "vuelta al cole" creo que ha sido positiva en todos los sentidos. Ya iba necesitando un poco de acción para este corazón mío que se estaba acostumbrando a la buena vida... aunque ahora todo es distinto, no sólo porque me encuentro en un entorno diferente (nuevo edificio, nuevos equipos, etc), sino porque mi filosofía ha sido cambiada. No es que no haya sido un cambio voluntario, pero me pregunto si yo hubiera abrazado estas nuevas costumbres de no haber sufrido el infarto... sinceramente, creo que no. De todas formas, no son un sacrificio, ni mucho menos. Le he cogido el gustillo a eso de comer sano, de hacerme las caminatas diarias, de aprender a decir "no" y dejar de que otros se impliquen o, sencillamente, no preocuparme porque la lista de tareas aumente demasiado: todo a su debido tiempo y sin más prisas que las necesarias. También he de admitir que no sé cuanto me aguantará este nuevo talante: espero que para siempre.

En cuanto a mi querido BDC, pues parece que hay muchos cambios, pero aún no sé cómo definirme. Por suerte, seguiré contando con las miradas complices de algunos compañeros que llevan en el mismp barco muchas temporadas. Sobre los nuevos marineros, algunos grumetes y otros más experimentados, pues no sé qué decir al margen de que, de momento, hay buenas vibraciones.

Mañana es lunes, y continua mi nueva vida.

viernes, 22 de agosto de 2008

Palabra mágica o maldita...

Llegó un momento que no por deseado era menos temido. Ayer, cuando tan sólo ha transcurrido poco más de un mes y medio desde mi "accidente vascular", el cardiólogo decidía que ya era el momento de volver a mi vida normal. Tanto a Yani como a mi nos cogió de sorpresa. Habíamos especulado con un primer "alta", con indicaciones para comenzar a forzar la máquina un poco más, cosas como poder por fin alzar en mis brazos a Jimena y poder acunarla... y otras, mucho más triviales, como conducir, levantar pequeños pesos o, sencillamente, poder enfrentarme a una cuestecilla en la calle... pero por nada del mundo creimos que iban a pedirme que volviera, tan de golpe como me marché, al día a día de antes.

Por mucho miedo o reparo que me de, hay que enfrentarse a ello. En una semana de plazo me incorporo de nuevo al trabajo y espero no estar demasiado pendiente de lo que debo o no debo hacer, sino asimilar lo antes que pueda esas limitaciones para hacer mi vida mucho más llevadera.

Estamos contentos, pero al mismo tiempo no las tenemos todas con nosotros...

sábado, 16 de agosto de 2008

Wall-E: una nueva maravilla

Lo han vuelto a hacer. Los creadores de la compañía Pixar, esa productora de cine de animación que en vez de ser devorada por el gigante se hizo con su control, nos han vuelto a dar un personaje que se unirá a la ya larga lista de iconos infantiles que han creado en poco más de una década. Durante muchos años, la factoría Disney ha llenado de ilusión a grandes y pequeños, contándonos historias que han llenado nuestros corazones desde niños... ahora, nuestro hijos (o sobrinos, si todavía no los tienes) han sustituido a Mowgli, Baloo, La Cenicienta o Dumbo por los personajes que salen de la magia de Pixar: Nemo, Rayo McQueen, Buzz Lightyear y Woody... y a esa ya extensa lista de nuevos personajes emblemáticos se les unirá, sin duda, su más reciente aportación: un robot pequeño y simpático, con muchas similitudes físicas a aquel mítico Número 5 (Cortocircuito) pero con un corazón más próximo a E.T. Su nombre, Wall-E.

La película nos presenta a nuestro protagonista en medio de un planeta Tierra que los humanos hemos terminado por hacer un lugar insostenible para la vida con nuestro desmedido crecimiento en residuos, en un futuro no necesariamente demasiado lejano. Hace años que los humanos abandonamos la Tierra dejando todo un batallón de robots diseñados exclusivamente para limpiarla y volver a hacer habitable el planeta... pero el audaz proyecto ha fallado, y Wall-E es el último de su especie en funcionamiento. Pasa sus días apilando residuos y admirando objetos que puede que no significaran nada especial para nosotros, hasta que un día, sin previo aviso, todo su mundo, todas sus rutinas, van a cambiar a causa de una visita inesperada...

No voy a contaros más del argumento de la película, pues creo que es uno de esos títulos que todos debemos ver, no solo los niños. Es, sin duda, la gran virtud de los responsables de Pixar, crear cine de animación que cuida, y mucho, las historias que cuentan. No son películas de moraleja fácil o de contenidos vacios, sino que en todas ellas hay muchas lecturas interesantes que hacer y no ofrecen a nuestros pequeños un entretenimiento sin sentido, sino un buen rato de diversión al tiempo  que los educa sobre un sin fin de cuestiones de valor. Para los adultos, siempre hay también llamadas de atención que, disfrazadas de momentos cómicos o dramáticos, nos hacen ver los muchos errores que la humanidad comete consigo misma.

Técnicamente, Wall-E es uno de los mayores logros de la compañía, con dos partes muy diferenciadas en cuanto a la definición de la animación. Durante la primera parte del filme, lo que vemos en pantalla es de un realismo increíble, como si se hubiera puesto especial interés en que cada una de las imágenes de una Tierra desolada y llena de montañas de basura acumulada nos pareciera una imagen mucho más cercana y peligrosa. Es muy interesante recalcar el hecho de que casi en la primera media hora de película no hay diálogos, tan sólo imágenes que nos muestran la rutina del simpático protagonista. Los directores de la cinta, responsables en su día de "Buscando a Nemo" (toda una lección sobre la paternidad en muchos sentidos), cargan las tintas sobre estas secuencias para luego, en un segundo segmento del filme, crear un ambiente algo más "infantil", pero sin renunciar a una fotografía espectacular y a una planificación esquisita. A otros niveles, el filme está tan cuidado como suele acostumbrar la compañía que comanda John Lasseter: un sonido magnífico (a cargo en esta ocasión de Ben Burtt, mítico diseñador de sonido que creara los increíbles efectos sonoros de la serie de "La Guerra de las Galaxias"), una música más que ajustada a la película, a cargo de Thomas Newman, quien compusiera también el score (este término hace referencia, en inglés, a la partitura completa donde se muestran todos los instrumentos implicados en una composición musical, pero a nivel cinematográfico se usa para hacer mención a la música original de la película, creando así una diferenciación con "banda sonora", ya que éste definiría al conjunto del sonido de la película - música, diálogos y efectos -) de "Buscando a Nemo", etc.

Resumiendo, una película que nadie debería perderse. Sé que muchos piensan en las películas de animación como productos para niños o contenedores de diálogos que tan sólo buscan la risa fácil del espectador  (algo en lo que se ha convertido por desgracia la serie de Shrek), pero hay muchos cineastas empeñados en que nos tomemos en serio a este género mucho más allá de los medios que se utilicen para hacerlos.

Valoración: 

viernes, 15 de agosto de 2008

Descansar también agota

Es una paradoja, pero he podido comprobar, tras un mes y medio de convalecencia, que descansar también puede agotar. O, por lo menos, en el caso de los que como yo disfrutan de su trabajo - ya lo sé, soy un afortunado, uno entre un millón - y lo echan de menos cuando se mantienen alejados demasiado tiempo.

Ayer, como todos los jueves cada quince días, tocó visita a la tele para entregar los partes de baja. Y, como cada vez que he ido, me asalta una envidia extraña: me gustaría estar allí todos los días, compartiendo con los compañeros el día a día del lugar donde trabajo. Todos, como es lógico, me dicen que estoy loco, que disfrute de estas "vacaciones" tan particulares que me estoy tomando y que no tenga prisa por volver... y, en verdad, no tengo demasiada, pero si la necesidad de poner mis neuronas a trabajar en aquello que más me gusta hacer.

En casa, el descanso, puede tornarse en rutina. Por suerte, Jimena, mi pequeña de dos añitos, no deja que todos los días sean iguales, sino que imprime a cada momento una sensación peculiar de vértigo por ver lo que hace o deja de hacer.

Ya han pasado 45 días... ¡parece mucho más tiempo! 

martes, 12 de agosto de 2008

Cosas que me perderé

Inicié este blog hace tan sólo unos días y ya he faltado a mi palabra de escribir algo a diario, pero es que, por muy tranquila que sea la vida de uno, siempre hay cosas que te impiden sentarte delante de la pantalla un ratito y echar unas líneas  a este correo universal.

Esta mañana he abierto el buzón de mi casa y me he encontrado con la invitación de boda de unos buenos amigos, David e Inma, que se pasarán por la vicaría a finales de este mes de agosto. La tarjeta es toda una declaración de intenciones de lo que ellos dos son, nada de formalidades, sino llena del buen humor que siempre les acompaña y, por qué no decirlo, cargada con ese toque friki que sobre todo David destila. Ellos son de Úbeda, un lugar del sur de España que conocí hace un par de años gracias a David, a mi buen amigo Sergio (del que seguro oireis hablar en estas páginas) y al Congreso Internacional de Música de Cine que allí se celebra (y del cual también os contaré muchas cosas en otro momento), y que recomiendo a todo aquel que quiera disfrutar de un viaje por el pasado arquitectónico de nuestra Península Ibérica o que se decida a sumergirse en un ambiente cargado de aceite de oliva, sol y vida. 

Recibir la tarjeta me ha hecho pensar en algunas cosas que he tenido que dejar de lado a causa de mi infarto (o accidente vascular, como me recuerda mi amiga Chari). No sólo me perderé la boda de David e Inma (un fin de semana que tenía pensado fuera sólo para Yanired y para mí), sino que también me perdí el Congreso de este año, mis vacaciones de tranquilidad y paz en El Hierro (isla de donde es Yanired originaria y donde disfrutamos siempre de un lugar que parece mantener un ritmo diferente al del resto del planeta, más sosegado y pendiente de lo que realmente importa) y otras muchas cosas que sin duda hubieran sucedido a partir de estas... no solo me ha tocado pagar una factura de salud por mis excesos o mi falta de atención hacia mí mismo, sino que además tengo que sufrir el recargo y la penalización de no poder gozar de aquello que me llena de vida. Aún así, creo que he aprendido la lección. Por los mismos motivos no creo que vuelta a faltar a citas como estas.


domingo, 10 de agosto de 2008

Bienvenidos

Hola, a todos

Sed bienvenidos todos aquellos que, por azar o por invitación, habeís llegado a estas líneas y teneís la paciencia suficiente para ser,  desde ahora, compañeros de mi viaje.

He sabido de los blogs desde hace tiempo, pero nunca me había sentido inclinado a iniciar uno hasta que he podido pasearme con calma por un lugar llamado "El Faro de Lava", del que seguro me oireis hablar a menudo a partir de ahora, pues son las palabras de un buen amigo las que habitan allí.  La verdad es que no sé muy bien por qué me aventuro por estas tierras, ahora yermas, de las páginas en blanco (aunque sean virtuales), pero me temo que mucho tienen que ver los cambios que mi vida ha sufrido desde hace poco más de un mes.

Creo que debo poneros en antecedentes... la tarde del 29 de Junio de 2008 me preparaba para ir a recoger a mi pequeña Jimena al aeropuerto, de regreso de una estancia con sus abuelos en la isla de El Hierro (lugar al que seguro me referiré a menudo en estas páginas). Había pasado mala noche, con fuertes dolores musculares en las extremidades que yo achacaba a una sobrecarga de mis siempre doloridas cervicales. Había tomado un baño relajante y, mientras esperaba a que Yanired, mi compañera de viaje en este planeta, se terminara de preparar, decidí rendirme un poco al sueño sobre la cama. Nunca creí que aquel cerrar de ojos significase el antes y el después de mi existencia. Cuando desperté, lo único que sentía a mi alrededor era nerviosismo, miedo, dolor; no podía entender lo que pasaba, pues yo tan sólo me había dejado dormir! ¿Qué hacían allí tantos vecinos? ¿Por qué Yani no paraba de gritar cosas? ¿Por qué no podía levantarme o si quiera abrir los ojos o articular palabra? No tardé mucho en tener respuestas y todo se resumía en que había sufrido un Infarto Agudo de Miocardio... pero, por suerte, se me había dado una nueva oportunidad y, quizá, mi torpeza, la imposibilidad de hablar con claridad o de abrir los ojos a la luz era como el momento aquel que nunca recordamos en el que salimos del acogedor interior de nuestras madres y respiramos el aire que tanto vamos a necesitar por primera vez. A las palabras de los médicos de urgencias le siguieron casi diez días de estancia en el Hospital, pasando de la UCI a la planta 4ª del HUNSC (Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria), además de hacer una visita al quirófano para que me injertaran, a través de un cateterismo, un Sten de 28 mm para eliminar una obstrucción de un 85% en una de las arterias coronarias; de aquellos días puedo hacer muchas lecturas diferentes, pero hay una que se me ha grabado a fuego y que no sé si quiera explicar con palabras: el amor y la devoción que me demostró mi mujer, mi compañera de viaje, la persona que más amo en este mundo; sentimientos que emanaban de cada mirada, de cada palabra, de cada gesto, de cada caricia de sus dedos. Gracias Yanired, gracias por ser mucho más para mi de lo que yo nunca fui capaz de imaginar.

Además, no puedo dejar de dar las gracias a todo el personal de la Residencia, empezando por las muchas y extraordinarias enfermeras y auxiliares, así como al equipo médico encabezado por el Doctor Poncela. Gracias, de verdad, no como un formalismo o las palabras obligatorias para quedar bien, sino como el contenedor de aprecio sincero por hacerme más ligera todas aquellas horas entre las cuatro paredes de la habitación.
  
En las semanas que han pasado desde aquella fecha, no he tenido problemas para afrontar mi realidad. Lo más duro ha sido tomar conciencia de mis nuevas limitaciones y obligaciones como persona convaleciente. Todos los que ya han pasado por esto o aquellos que lo han visto en familiares y amigos, me insisten en que una vez pase la primera fase y mi corazón vuelva a estabilizarse, mi vida volverá a ser aquello que yo quiera hacer de ello. Y ahí está la clave de todo: debo asumir que hay cosas que ya forman parte de un pasado que nunca debe volver, como el tabaco, por ejemplo. Otras se han de convertir en el pan nuestro de cada día, como el ejercicio físico y la dieta estable y saludable. Creo que lo conseguiré!

Así pues, abro aquí las puertas de todos aquellos que quieran entrar, al lugar donde habitarán mis pensamientos, mis emociones, las cuestiones que resultan de una vida como la mía que, si bien puede que no interese a nadie, es la de una persona que intenta dejar la mejor huella posible en este planeta.

Bienvenidos, de nuevo!  

PD: Por cierto, ¿por qué Sugarland Express o qué es Sugarland Express? Pues es una película, en concreto la segunda que firmó Steven Spielberg, y siempre ha significado para mi el comienzo de su increíble carrera como creador de auténticas maravillas cinematográficas. Cuando me enfrenté al bautizo de este lugar, pensé en varios términos clave en busca de un título: cine, viaje, carretera, inicio, búsqueda... y, no sé muy bien porqué, todos me llevaron hasta esta pequeña y magistral película.